RIVER MONZÓN: Vicente, Pizarro, Abdulay, Canalis, Ricardo Perera, Raúl Perera , Sorinas, Carrera, Rodellar, Cebolla y Cónsul. También jugaron Burgos, González y Alcubierre.
BARBASTRO “A”: Salas, Albajar, Ayerbe, García, Ger, Marquina, Loncán, Bielsa, Grasa e Irigoyen. También jugaron Vélez, Cañizares, Lacorte, Merino y Torres
Partido intenso de los que ayudan al crecimiento de un equipo en formación mucho más que otros en los que se consiguen victorias cómodas y holgadas. El River plantó cara y aguantó el tipo mientras dispuso de once jugadores sobre el campo, frente a un Barbastro con gran poderío físico que hizo valer la diferencia de edad y de envergadura, máxime al quedarse en superioridad. El equipo tiene el sello de su entrenador, Javier Irigoyen: buena disposición sobre el terreno de juego, buen nivel físico y detalles de oficio propios de jugadores de superior categoría.
Empezó el partido con un gran despliegue físico por parte de ambos equipos. Los locales salieron dispuestos a disputar cada palmo de terreno a pesar de la diferencia física. Se disputada cada pelota en el centro del campo, donde Sorinas y Carrera mantenían una bonita disputa con los centrocampistas visitantes donde sobresalían los detalles de Aaron Marquina. Cuando se hacían con la pelota lograban enlazar con Cebolla al que no lograban atar los centrales visitantes a pesar de su mayor estatura. Hubo que esperar hasta el minuto 27 para que Marquina, de fuerte disparo desde fuera del área, con bote envenenado frente al protero, hiciera el primer tanto para los visitantes. Acusó el tanto el River, que pasó a ser dominado. Último minuto de la primera parte, córner a favor de los visitantes a cuya salida, Pizarro despeja con las manos bajo los palos. Penalti y expulsión, en correcta aplicación del reglamento. Sólo una objeción: unos minutos antes el portero visitante había detenido el balón con las manos fuera del área, por lo que sólo mereció tarjeta amarilla. Hasta los visitantes reconocieron que las dos jugadas merecían el mismo castigo. Transformación del penalti que supuso el 0-2 y descanso para recomponer el ánimo por parte de los locales.
Probablemente hubieran necesitado más tiempo, pues el inicio de la segunda parte resultó un calvario para el River que ahora con 10 efectivos, en los minutos 1, 3 y 7 encajó tres goles llevando el 0-5 al marcador. A partir de ahí, gran esfuerzo por parte local para evitar una mayor goleada, con un enorme despliegue físico, que permitió alcanzar alguna ocasión. Los visitantes ampliaron la cuenta en el m. 35, y el River siguió sin rendirse porfiando por conseguir alcanzar la recompensa que llegó en el m. 35 por medio de Abdulay, haciendo justicia al extraordinario partido realizado.
Nada que objetar a la victoria visitante, pero lástima que sólo medio partido se disputara con igualdad de efectivos. El Barbastro no necesitaba facilidades. En cuanto al River, sepamos mirar por encima del resultado; éste es el camino correcto por el que debemos continuar: nunca hay que bajar los brazos a pesar de las adversidades y los partidos hay que disputarlos hasta el final, aunque sólo sea para evitar más goles o para conseguir el gol del honor.
BARBASTRO “A”: Salas, Albajar, Ayerbe, García, Ger, Marquina, Loncán, Bielsa, Grasa e Irigoyen. También jugaron Vélez, Cañizares, Lacorte, Merino y Torres
Partido intenso de los que ayudan al crecimiento de un equipo en formación mucho más que otros en los que se consiguen victorias cómodas y holgadas. El River plantó cara y aguantó el tipo mientras dispuso de once jugadores sobre el campo, frente a un Barbastro con gran poderío físico que hizo valer la diferencia de edad y de envergadura, máxime al quedarse en superioridad. El equipo tiene el sello de su entrenador, Javier Irigoyen: buena disposición sobre el terreno de juego, buen nivel físico y detalles de oficio propios de jugadores de superior categoría.
Empezó el partido con un gran despliegue físico por parte de ambos equipos. Los locales salieron dispuestos a disputar cada palmo de terreno a pesar de la diferencia física. Se disputada cada pelota en el centro del campo, donde Sorinas y Carrera mantenían una bonita disputa con los centrocampistas visitantes donde sobresalían los detalles de Aaron Marquina. Cuando se hacían con la pelota lograban enlazar con Cebolla al que no lograban atar los centrales visitantes a pesar de su mayor estatura. Hubo que esperar hasta el minuto 27 para que Marquina, de fuerte disparo desde fuera del área, con bote envenenado frente al protero, hiciera el primer tanto para los visitantes. Acusó el tanto el River, que pasó a ser dominado. Último minuto de la primera parte, córner a favor de los visitantes a cuya salida, Pizarro despeja con las manos bajo los palos. Penalti y expulsión, en correcta aplicación del reglamento. Sólo una objeción: unos minutos antes el portero visitante había detenido el balón con las manos fuera del área, por lo que sólo mereció tarjeta amarilla. Hasta los visitantes reconocieron que las dos jugadas merecían el mismo castigo. Transformación del penalti que supuso el 0-2 y descanso para recomponer el ánimo por parte de los locales.
Probablemente hubieran necesitado más tiempo, pues el inicio de la segunda parte resultó un calvario para el River que ahora con 10 efectivos, en los minutos 1, 3 y 7 encajó tres goles llevando el 0-5 al marcador. A partir de ahí, gran esfuerzo por parte local para evitar una mayor goleada, con un enorme despliegue físico, que permitió alcanzar alguna ocasión. Los visitantes ampliaron la cuenta en el m. 35, y el River siguió sin rendirse porfiando por conseguir alcanzar la recompensa que llegó en el m. 35 por medio de Abdulay, haciendo justicia al extraordinario partido realizado.
Nada que objetar a la victoria visitante, pero lástima que sólo medio partido se disputara con igualdad de efectivos. El Barbastro no necesitaba facilidades. En cuanto al River, sepamos mirar por encima del resultado; éste es el camino correcto por el que debemos continuar: nunca hay que bajar los brazos a pesar de las adversidades y los partidos hay que disputarlos hasta el final, aunque sólo sea para evitar más goles o para conseguir el gol del honor.
Dani Miñana / Entrenador Infantiles River Monzon.